
Bram Stoker, que nació en Dublín, el 8 de noviembre de 1847 y murió en Londres, el 20 de abril de 1912, fue un escritor irlandés.
Era el tercero entre siete hermanos. Su padre trabajaba como funcionario público.
Debido a una enfermedad, pasó parte de su niñez en la cama. Para entretenerlo, su madre le contaba historias de terror que, de algún modo, influyeron en su trabajo literario de años después.
Estudió matemáticas y, como su padre, trabajó en la administración pública. Se casó y tuvo un hijo. Fue representante y secretario del actor inglés Henry Irving, con el que se asoció para dirigir el Liceum Teathre de Londres, hasta que el actor murió.
Durante unos cuantos años, se dedicó a la crítica teatral y escribió una gran cantidad de libros.
Los más sobresalientes son La guarida del gusano blanco y La dama del sudario.
Todos los libros que escribió no le hubieran dado fama duradera de no haber escrito Drácula.
Las historias de vampiros eran comunes en esos años, pero la de Stoker, con su creación del conde Drácula, fue la mejor.
El cine catapultó la popularidad del personaje, sobre el que se hicieron una enorme cantidad de películas. Las más destacadas fueron las protagonizadas por Bela Lugosi y, más adelante, por Christopher Lee.