César Vallejo fue un poeta peruano. Para muchos y para mí, es el mayor poeta de la literatura latinoamericana y, quizás, de la toda la literatura poética del siglo 20.
Vallejo escribió novelas, cuentos, ensayos y obras de teatro. Nada de todo eso le llega al talón de su poesía.
Sus versos no solo son innovadores, por sobre todo, tienen una tremenda potencia. Muchos de ellos suenan como la descarga de un arma de fuego en un cuarto de baño. Esta fuerza es propia de él y es la que no se encuentra en otros poetas con los que se le pudiera comparar, Pablo Neruda o Rubén Darío. que escribieron muy buenos versos, pero que parecen debiluchos comparados con Vallejo.
En Los heraldos negros se ve a un poeta buscando una nueva forma de expresión. En esta obra, carga con la influencia del modernismo de Darío.
En Trilce, destroza lo conocido en poesía castellana, toda estética quedó destruida con el nuevo lenguaje que usa Vallejo: vulgarismos, regionalismos, neologismos, multiplicidad de figuras literarias y me cansaría de nombrar todo lo que aparece en este libro.
En su etapa de inspiración superior, escribe dos obras maestras de la poesía: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz. Cuando fueron publicados, Vallejo había muerto. Dejó dos libros de poemas memorables y que son los que le dieron el lugar primordial que ocupa. Ambos libros aparecieron en el volumen Obras completas.
Era marxista, marido de la escritora francesa Georgette María Philippart Travers, que pasó a llamarse Georgette Vallejo, se fue de Perú hacia París y fue en París donde murió.
Nació en Perú, en 1892, y murió en 1938.