
Carson nació en una de esas familias de clase media que viven en el sur de Estados Unidos. Todos pensaron que iba a ser pianista porque tocaba de manera excepcional. Pero decidió que no era lo suyo. Abandonó la música, tuvo algunos empleos, fue a la Universidad de Columbia a estudiar literatura, colaboró en periódicos y se la pasó sufriendo un montón de enfermedades que la perseguirían hasta el fin de sus días.
Tuvo uno de esos amores que a una mujer le arruinan la vida con un escritor mediocre, Reeves McCullers (del que se quedó con el apellido ya que ella era una Smith más). Se divorciaron y Reeves se fue a la guerra; volvió convertido en héroe y Carson volvió a casarse con él. Todo salió mal, hubo demasiados problemas y terminaron divorciándose. Al tiempo, Reeves se suicidó. Para entonces, Carson ya era alcohólica y consumía una buena cantidad de drogas para calmar los dolores que le provocaban sus enfermedades.
A pesar de sus males, era una mujer a la que le gustaba el amor y el sexo. En eso sus gustos eran amplios. Tuvo romances con las escritoras Katherine Anne Porter y Annemarie Schwarzenbach. Pero se deprimía con frecuencia. Tenía motivos: terminó por quedar en sillas de ruedas.
Escribiendo, Carson pertenece a los escritores de elite. Con una prosa empleada con maestría, describió situaciones intensas; y profundizó en la psicología de los marginales e inadaptados del sur de Estados Unidos.
A los veinticuatro años, publicó una obra maestra, El corazón es un cazador solitario (1940), y, al año siguiente, Reflejos en un ojo dorado (1941), dos obra capitales de la literatura estadounidense. Más adelante, publicaría Reloj sin manecillas, una novela que a mí me pareció extraordinaria.
Algunos la compararon con William Faulkner. En otro caso, me hubiera resultado una exageración. No digo que sea tanto como él, pero a su lado, dos escalones más abajo, no desentona para nada.
Carson nació en 1917 y murió en 1967.
Sus mejores libros: El corazón es un cazador solitario, Reflejo en un ojo dorado, Reloj sin manecillas y La balada del café triste.