
Edgar Allan Poe fue un escritor estadounidense. Notable cuentista, creador del cuento moderno y del cuento policial, tuvo tiempo para escribir poesías fundamentales para la literatura, como El cuervo, largo y profundo poema, en el que mostró un preciso manejo de las palabras, orientadas hacia un fin determinado.
Maestro indiscutible del relato corto, influyó en generaciones de escritores de todos los géneros: Franz Kafka, William Faulkner, Fedor Dostoyevski, Jorge Luis Borges y no sigo porque tendría que hace una lista de miles.
Y larga es la lista de los buenos cuentos que escribió: "El pozo y el péndulo", "El gato negro", "El extraño caso del señor Valdemar", "El corazón delator", "Los crímenes de la calle Morgue", "El entierro prematuro", "La carta robado", y paro porque es casi interminable la cantidad de historias, todas obras maestras, que escribió.
El tipo se ganaba la vida como periodista, publicando cuentos y se sentía destruido vaya a saber por qué. La cuestión es que se tomaba todo el whisky que estaba a su alcance y terminaba vomitando y durmiendo en las calles de Baltimore, donde se había ido a vivir. Llegó el día en que le agarró delirium tremens y lo internaron en un hospital, donde murió.
Tuvo algunos amores (uno desde la juventud), termino casándose, pero no pudo abandonar la bebida y todo quedó roto. Había sido soldado un tiempo, como para ser mantenido porque el tipo no sabía cómo ganar plata para mantenerse, a no ser escribiendo y, todavía, le faltaba para llegar a convertirse en la figura literaria que fue.
Lo importante: Poe es uno de esos cuatro o cinco escritores que, si faltan, la historia de la literatura no es la misma. Escritores que crearon algo nuevo y que fueron seguidos por muchos, que aprendieron de ellos. Poe, como cuentita, no tiene quién le llegue al talón (y no me olvido de nadie).
Nació en 1809 y murió en 1949.