
Honoré de Balzac, que nació en Tours, el 20 de mayo de 1799 y murió en París, el 18 de agosto de 1850, fue un escritor francés.
Tuvo una infancia desgraciada ya que sus padres tenían hacía él una actitud fría y distante. Estudió abogacía, se recibió, pero quería dedicarse a la literatura.
Sus primeros trabajos en versos fueron muy malos. Tuvo suerte de que le aconsejaran escribir solo en prosa. Pasados los veinte años, decidió hacerse rico para ganar lo suficiente y poder dedicarse de lleno a la literatura.
Algo que acompaño a Balzac toda su vida fueron sus ansias de hacerse rico. Hizo toda clase de negocios, desde querer comprar una falsa mina de oro, inversiones en comercios, en el negocio editorial y en muchos otros, aun los más raros. Lo común en sus negocios fue que fracasó en todos y terminó lleno de deudas.
Las deudas las tuvo hasta el último minuto de su vida. Para pagar algunas, cuando se sentía acosado por los acreedores, pedía plata prestada y así hizo un círculo enorme del que no salió.
De todas maneras, vivía sin hacerse muchos problemas por las deudas y se la pasaba escribiendo. Si hubo un escritor que aprovechó el tiempo para escribir, ese fue Balzac. Escribía un promedio de quince horas por día.
Otros escritores se preguntaron cómo podía saber de la gente y de los ambientes que describía si se la pasaba encerrado en su estudio. Él sabría. Lo real, es que el tipo, con deudas, encerrado o no, escribió una de las obras más notables de la historia de la literatura universal.
En sus comienzos literarios, usó seudónimos. No por modestia, sino por vergüenza. Para ganar dinero se puso a escribir novelas baratas, a un promedio de tres o cuatro por mes.
Con esto ganó bastante plata y se le encendió la lamparita. Ambicioso como era, decidió hacer más rico y así entró en el negocio editorial en el que se fundió.
Era lógico que se fundiera, se le dio por editar libros en ediciones carísimas: con ilustraciones y de veinte tomos. Si el precio inicial de alguna de sus ediciones era veinte, al no vender ni un libro, bajaba el precio a quince, a diez y ni por dos lo podía vender.
Esa era la clase de negocios que hacía el emprendedor Balzac. Por suerte, le sobraba talento literario.
Escritor mayor, de los muy pocos que construyeron la columna vertebral de la literatura, sus libros se caracterizan por las muy larga y exactas descripciones, con detalles mínimos, de vestimentas y ambientes.
Su obra maestra es La comedia humana, en la que incorporó las narraciones que había publicado como parte de Escenas de la vida privada.
La comedia humana está formada por ochenta y cinco novelas interconectadas y once obras complementarias, entre cuentos y ensayos.
La idea de la obra es ubicar todas las historias en un período que abarca el período de la caída del Período de Julio, como se le llama a los hechos históricos entre 1815 y 1848.
El proyecto nació debido a las deudas de Balzac. Propuso a la editorial publicar sus obras completas. Buscando un título atractivo, se inspiró en la Divina Comedia y le puso La comedia humana.
Entre las obras maestras incluidas están La piel de zapa (de tema inusual en Balzac, ya que se trata de un relato fantástico), Eugenia Grandet, Papá Goriot, El lirio en el valle, César Birotteau, Las ilusiones perdidas y El primo Pons.