
Marcel Proust (Neuilly-Auteuil-Passy, Francia, 10 de julio de 1871 - París, Francia, 18 de noviembre de 1922) fue un novelista francés, uno de los más importantes de la historia de la literatura universal.
Nació en una familia de clase acomodada, con un padre católico y tradicionalista, y una madre de ascendencia judía. Realizó estudios secundarios en el liceo Condorcet, mostrándose como un alumno destacado. En esta época, aparecen sus primeros ataques de asma que lo aquejarían el resto de su vida. Después de hacer el servicio militar, estudió en La Sorbona y en École Livre de Sciences Politiques.
Incitado por su familia, pensó en seguir la carrera diplomática y dejar de lado sus deseos de convertirse en escritor. Durante un tiempo, mantuvo la duda y, entretanto, trabajó en la Biblioteca Mazarino, en la que tomó la decisión de dedicarse a la literatura. Relacionado con la aristocracia y las clases altas, frecuentó los salones de la princesa Mathilde, de madame Caillavet y de madame Strauss en los que se relacionó con otros escritores.
En 1896, publicó Los placeres y los días, conjunto de relatos y ensayos, prologados por Anatole France. En 1905, poco después de la muerte de su madre, Proust entró en una etapa depresiva en la que decidió iniciar su monumental obra En busca del tiempo perdido (À la recherche du temps perdu, 1913 - 1927). En 1913, aparece el primer tomo, Por el camino de Swan (Du côté de chez Swann); en 1918, el segundo, A la sombra de las muchachas en flor (À l'ombre des jeunes filles en fleurs); el tercero, El mundo de Guermantes I y II (Le côté de Guermantes, 1922): El resto fue publicado después de su muerte: Sodoma y Gomorra (Sodome et Gomorrhe, de 1923); La prisionera (La prisonnière, 1925); Albertine (Albertine disparu, 1927) y El tiempo recobrado (Le temps retrouvé, 1927).
La novela es la reconstrucción de una vida a través de la memoria, una memoria llamada por Proust “involuntaria”. El ejemplo preciso de esta concepción de aprecia en unas de las páginas más notables de la historia literaria: la escena de comer una magdalena.
El tiempo al que alude Proust es al tiempo vivido. En esa reconstrucción de lo pasado, hay digresiones, saltos temporales y los detalles mínimos son descriptos con el mismo detallismo que los importantes.