O. Henry, que nació como William Sydney Porter, fue un escritor estadounidense.
Cuando tenía tres años, murió su mamá y fue vivir, junto a su padre, a la casa de su abuela, que se encargó de su crianza.
Estudió farmacia y trabajó en una. Luego, se fue a andar por ahí. Se empleó en un rancho de ovejas. Abandonó el trabajo de ovejero y se pasó tres años en casa de un amigo.
Tenía una novia, pero la familia de ella, muy adinerada, se oponía a la relación. Así que se fugó con ella. La chica quedó embarazada, pero perdió al niño. Más adelante, tuvo una niña.
Entretanto, él se dedicaba a buscar trabajos. En el banco que trabajaba lo echaron por robar dinero, pero no pasó a mayores. Sí se le puso difícil en el First National Bank. Metió la mano en la lata y se robó bastante. Lo denunciaron y, antes de ir preso, se escapó a Honduras.
Pasó unos cuantos meses en Centroamérica hasta que se enteró de que su mujer estaba agonizando. Regresó a Estados Unidos, estuvo junto a su mujer antes de que muriera, asistió al funeral. Y fue preso.
Lo soltaron a los tres años. A partir de entonces, cambió su nombre por el de O. Henry y se dedicó a tratar de ganar plata para mantener a su hija y poder comprar whisky. Es difícil saber cuál era su prioridad en los gastos. El tipo era un alcohólico de máxima potencia.
Ya venía escribiendo cuentos, pero se perfeccionó y, cada vez, le salieron mejores. Terminó por convertirse en un maestro del cuento.
A pesar de tener bastante suceso con sus relatos y de trabajar como periodista, nunca pudo vivir con comodidad. La bebida le llevaba la mayor parte de lo que ganaba.
A pesar de ser un borracho, fue aceptado por otra mujer y se casó con ella. No duró demasiado. La esposa lo abandonó tirado en la cama y durmiendo la mona.
Como venía la mano, no era imposible que se agarrara una cirrosis hepática y se muriera. Y así fue. Como literato, escribió cuentos memorables y tuvo muchísima influencia sobre escritores que llegaron más lejos que él en cuanto a ganarse un sitio en la literatura.
O. Henry tomó una de las premisas establecidas por Edgar Allan Poe para los cuentos: tener un buen final y, si es imprevisto, mejor. Él llevó esta idea de la construcción de un cuento al extremo. A lo mejor, en la última línea aparece el final imprevisto. Algo que el lector no podía imaginar para esos personajes ni esas situaciones.
Los personajes de sus historias son personas comunes: el peluquero, la modista, gente que se ve en cualquier parte. Los lugares: Nuevas York, su ambiente preferido y otras ciudades en las que estuvo, incluidas las que conoció en Centroamérica.
La cantidad de relatos que escribió es muchísima. Los más recordables son los libros Heart of the West (Corazón del Oeste), The Four Million (Los cuatro millones) y Cabbages and Kings (Repollos y reyes).
Entre sus cuentos, "El regalo de los reyes" es uno (entre varios) de los más recordables.
Muchas de sus narraciones fueron llevadas al cine o se convirtieron en serie unitarias de televisión.
Nació en Estados Unidos, en 1862 y murió en 1910.