
Oliverio Girondo fue un poeta argentino. Perteneció a una familia de clase alta y el mayor esfuerzo que Oliverio hizo en su vida fue levantar la lapicera para escribir. Lo demás, lo tuvo todo en bandeja. Se casó con la escritora Norah Lange, también de la oligarquía argentina, y se vinculó con la vanguardia de los años veinte.
Resulta que el tener mucha plata le facilita a los poetas darse a conocer. Oliverio escribió Espantapájaros y, para publicitar el libro (que otros poetas apenas si editan, juntando centavos, doscientos ejemplares y se los regalan a los que andan cerca) contrató por varios días una carroza fúnebre y arriba hizo poner un espantapájaros de más de tres metros de altura.
Como es de imaginar, se hizo famoso. Pero no era un así nomás. El tipo tenía mucho talento y es uno de los más grandes poetas de Argentina, junto a Alejandra Pizarnik (y por favor, no vayan a pensar que me olvido de Jorge Luis Borges. No me olvido, solo que lo consideró un notable prosista y un poeta mediocre-mediocre y menos también).
Se puede decir que Girondo se convirtió en una especie de icono de la literatura argentina y hasta más. Hay bares con el nombre Oliverio y pronunciar: "Oliverio" es, para la mayoría de los que andan en asuntos de literatura, como nombrar un sinónimo de poesía.
Veinte poemas para ser leídos en el tranvíay Espantapájaros son sus obras maestras. En la masmédula, de un surrealismo tardío, solo lo puede creer bueno un fanático de Oliverio (que suele tener muchos en el pequeño mundo de la literatura argentina).
Oliverio nació en 1891 y murió en 1967.