
Raymond Carver fue un escritor estadounidense.
Sus padres eran una camarera y un borracho dedicado a pescar. Terminó sus estudios secundarios, trabajó en distintos oficios y se dedicó a escribir.
Carver fue un cuentista valioso y un poeta de menor nivel que el que tuvo como narrador.
Se casó, golpeaba a su mujer y la violó. Era alcohólico y se puso contento cuando consiguió dejó de beber. Se sintió otro. Eso sí, nunca dejó de consumir marihuana y cocaína, como buen drogadicto que era. Murió con los pulmones reventados a los cincuenta años.
Lo consideran un escritor muy influyente y ubicado entre los mejores, al menos del realismo sucio. La cuestión es que Carver tenía a Gordon Lish como editor. Lish acortó a la mitad la mayor parte de los cuentos de Carver. Les cambió el final y le dio un tono por completo distinto. O sea: los cuentos de Carver son, en realidad, los cuentos de Carver - Lish.
Cuando la participación de Lish se descubrió, el tipo ya tenía fama como para tirar al aire. Y, como suele pasar con los que no son lo que se cree que son, los que lo elogiaban y lo consideraban un maestro, siguieron elogiándolo y considerándolo un maestro. Nada debe cambiar. Y menos si es un buen negocio.
Escribió (retocados por Lish): De qué hablamos cuando hablamos de amor, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? y Catedral, que son los mejores de los siete que publicó, sin contar los libros de poesía.