
Raymond Chandler fue un escritor estadounidense.
Tuvo un padre alcohólico y que golpeaba a su madre. Ella se separó y se fue con Raymond a Inglaterra. Él recibió una buena educación en colegios privados de categoría y especializados en literatura.
Regresó a Estados Unidos poco años antes de la Primera Guerra Mundial, trabajó como periodista y publicó en revistas sus primeros cuentos. Al comenzar la guerra, se unió al ejército canadiense y fue a Europa a luchar.
Con el final de la guerra, se radicó de forma definitiva en California. Trabajó en la banca, su madre murió y él se casó con una mujer casi veinte años mayor. No tuvo hijos, pero su matrimonio fue exitoso: pasó treinta años con ella.
Eso sí, como típico escritor estadounidense, era borracho y mujeriego. Después de acostarse con casi todas las empleadas de la empresa y de ir a trabajar varias veces borracho, lo echaron y perdió el puesto de vicepresidente al que había sido ascendido.
Libre de cumplir horarios, se puso a escribir la mayor parte de su tiempo. Escribió varios relatos en las revistas baratas (o pulp). Pronto, sus narraciones mejoraron y su estilo se fue imponiendo.
Chandler no era un gran escritor, pero sabía transmitir. Usando la sequedad verbal, la ironía y el cinismo, haría que la novela negra (llamada así por el propio Chandler en su ensayo El simple arte de matar, en referencia a las novelas policiales o de crímenes)fuera valorada, cuando se la consideraba menor dentro de la literatura.
Chandler, que tomó de Dashiell Hammett varias cosas y, entre ellas, la crítica social por detrás de la historia central, creó el personaje del detective Philip Marlowe, que sería protagonista de sus novelas principales.
Entre lo mejor que escribió están las novelas El sueño eterno; El largo adiós y Adiós, muñeca.
Muchos de sus relatos fueron llevados al cine.
Chandler nació en 1888 y murió en 1959.