Toni Morrison, que nació como Chloe Ardelia Wofford, fue una escritora estadounidense.
Creció en una familia en la que su padre había visto cómo un grupo de blancos colgaban a dos negros, sin otro motivo que el color de su piel. A partir de ese hecho, su padre desarrolló un odio visceral contra los blancos.
Toni vivió ese clima de racismo y presenció cómo ardía su casa cuando el propietario la incendió con la familia adentro porque su padre no había podido pagar el alquiler.
En los comienzos de la adolescencia, se hizo católica y, por San Antonio, adoptó el nombre de Antonia. De ahí salió su apodo Toni.
Pudo ingresar en la universidad de Washington y completó sus estudios de filología en Cornell. Al recibirse, trabajó como profesora universitaria.
Años más tarde, se casó con un arquitecto de apellido Morrison. El matrimonio duró unos pocos años, pero a ella, además del apellido, le quedaron dos hijos.
En los primeros años de la década de 1950, entró a trabajar en la editorial Random House. Con el tiempo, su actividad como editora fue fundamental para los escritores negros. Toni le abrió las puertas y, la editorial ganó bastante dinero con ellos e impulsó a tipos que, por su color, andaban relegados.
Toni escribió con una prosa fluida y, sin salir del tipo narrativo habitual en los escritores estadounidenses, pudo escribir dos o tres libros que son interesantes. Los temas recurrentes son el racismo, la esclavitud y las injusticias a la que son sometidos los negros.
Toni es buena, pero no alcanza a una Carson McCullers. Es decir: escribe bien, ganó muchos premios, el Nobel incluido, pero no creo que haya escrito algo que pueda ser considerado una obra maestra.
Muchos de sus libros tuvieron una venta exitosa. Los mejores son las novelas Ojos azules, La canción de Salomón y, tal vez, Jazz.
Nació en 1931 y murió en 2019.